26 febrero 2022

Acabo de acordarme de una persona a la que solía visitar en su casa de Malasaña hace años para comprarle marihuana. Me gustaría acordarme de su nombre o de su cara, pero apenas recuerdo algunas conversaciones: parece ser que era un tipo que se había dedicado a la comunicación (radio, prensa o así) y que hablaba muy mal de todos los mandamases que se había encontrado en su vida profesional.

Me he acordado de él porque había escrito un librito muy experimental y vanguardista, en formato pequeñito, como un catecismo, con las hojas de varios colores y donde me parece que había dibujos y poemas en prosa. Es un librito encantador, que me está jodiendo tremendamente no tener aquí conmigo, porque tendré que esperar varios meses para poderlo recoger de casa de mis padres.

El libro desde luego nunca estuvo a la venta, sino que el hombre tenía una caja de cartón llena de ejemplares en el salón de su casa y un día me lo regaló.


p.d. Escribiendo esto, acabo de acordarme que me fui de Madrid sin pagarle las dos últimas bolsas de marihuana que me llevé. 

Tenía una yerba cojonuda, por cierto.

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