En el colegio yo era el empollón (realmente no lo era, simplemente tenía la suerte de que apenas necesitaba estudiar, pero ¿a quién le hubiese importado?) y el gilipollas al que había que votar para delegado de clase y para representante de los alumnos en el consejo escolar.
Cuando terminé primaria coincidió justo el año en que el alumno podía escoger plan de estudios: plan antiguo, Bachillerato Unificado Polivalente (mucho mas exigente) o plan nuevo, Educación Secundaria Obligatoria (mucho mas liviano), donde empezaron a formarse la mayor parte de los imbéciles que forman la sociedad a día de hoy. Tienen incluso derecho a voto.
Me importaba mucho saber a donde iban a ir los compañeros del colegio, para irme por el otro lado. Y así fue: fui de los muy escasos que escogieron el plan antiguo. Era cojonudo, en aquel instituto no me conocía nadie y el primer día vacié la mochila de piedras y de flores. Y ahí terminó también mi buen rendimiento académico.
(...)
Tengo compañeros del colegio que hoy me miran con intranquilidad y temor, como si en cualquier momento fuese a ponerles una navaja en la yugular, e incluso alguno que se cambia de acera o mira para otro lado.
Que se jodan.
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