01 febrero 2022

He estado hace poco de semi-mudanza.

Tenía todavía un par de estanterías llenas de libros y libretas y blocs y cuadernos y carpetas, etc. a las que estoy intentando poner algo en orden (¿por qué? ¿para qué?, me pregunto, por ahora sin respuesta)

En una de esas libretas, escrita por partes a modo de diario, he leído algo que ya había olvidado: en 2001 perdí en la Plaza de Chueca, un sábado por la noche borracho perdido, una bolsa con varios cuadernos: Mas de 3 años de terapia literaria/escritos varios. 

Solo espero que nadie reciclara aquellos papeles para reutilizarlos en algún poemario académico o en alguna novela de éxito. De ser así, espero la venganza del papel, desprendiendo un fragrante y tóxico aroma a vómito y a amoniaco. 

Pero no era esto lo que quería escribir: el caso es que me es imposible traerme aquí todos mis libros, porque allí tengo todas mis lecturas desde que tenía 12 años. Estuve echándole un vistazo a alguno de los libros, entre ellos alguno de mis volúmenes mas queridos, por ejemplo las obras completas de Rimbaud, Baudelaire y Verlaine.


Lo cierto es que apenas miré las portadas.

Tuve miedo.

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