25 febrero 2022

Cada año la felicito por su cumpleaños, y hasta ahora, es básicamente por esto que aún no me he borrado de la mierda del feisbuk (no tengo su teléfono). Ella me contesta adjudicándome un lugar en su corazón. Yo no le digo nada más, aparte de los emoticonos con corazones, porque tampoco hace falta. Aunque su presencia ya es inconstante en mi memoria, en mis sueños y en mis letras, siento vergüenza de que ella pudiera leer esto algún día y por eso nunca le he hablado de este blog.

Juro que nunca he dejado de amarla. 

Y sigo amando su fantasma (ese que se me aparece en sueños cada 5 años) a día de hoy.

Pero aprendí a no echarla de menos. Me costó décadas. Me costó sangre.


No hay comentarios: