Corriente demasiado fuerte. Inútil bracear. Cerrar puerta. Paracaídas-zumo de uva. Una, otra, otra, otra. Ahora.
Prensada autoconfianza, reducida al tamaño de un tetrabrick. Margarita deshojada en visión borrosa. Madre, hermana, padre, ser-no ser embutido en medias de licra. Volcado. Imposible, lentos besos con mucha lengua, el pulgar acaricia tu rostro, apartando las lágrimas. Nunca fue tan sencillo. Nunca una muerte fue tan instantánea.
Columpio, adelante, atrás, arriba, abajo, ley de la gravedad, teoría del movimiento. Guijarro o concha.
Arroyo busca la inconsciencia (quimicamente, humanamente). El que busca con tesón acaba encontrando.
Dentro. Siempre siempre siempre caliente y húmedo. Iglú en medio del vertedero. Parecía que hasta la última puta neurona se escapaba por allí abajo. Mientras fuera caía la nieve, dentro se abría paso una paradisíaca ponzoña o miel derretida o saliva o amor.
Lo
que
nunca
nadie
sabrá
No hay comentarios:
Publicar un comentario