Lo cierto es que nunca logré superar aquella primera humillación, lo que vino después no hizo sino perpetuar el quiste. Y convertirme en un hombre mentalmente bloqueado e incapaz de perseguir su propia felicidad.
Pónganle el nombre que quieran.
Asumirlo es el primer paso para cambiarlo. Ojalá sea capaz. No estoy seguro.
Autoengaños los justos.
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