Diferenciación interior y exterior. O anormalidad. ¿Cuando empezó todo? Fue antes de tener entre las manos por primera vez "La flores del mal", eso seguro. Luego la inercia. Imparable. La misma inercia con la que tocaba las campanas en misa al levantar la ostia. Mirando al suelo. O la que empujaba los párpados hacia abajo en los infumables sermones del sacerdote. Hubiera sido mejor estar de pie. Quizá si o quizá no. El Rey Baltasar aguantándose la risa. Bien disimulada con toda la cara pintada de negro. Oro, incienso y mierda. Sed de vino o de versos. Sean! Toc, toc, toc, aqui estoy, dispuesto a ser tu payaso y a lavarte el vestido a mano si fuera necesario. Nunca lo fue. Y siguió igual, pero con el interior relleno de humo y del reflejo blanco de sus dientes, en instantánea ceguera. Primera sutura.
Inmóvil, con los ojos sombreados e inundados de su piel oscura. El tacto y la mente corroyéndose de a poco, y una sonrisa forzada o forzuda. Filosofías antiguas. Demasiado antiguas. A prueba de diques en la corriente de agua. Segunda sutura.
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