30 septiembre 2010

30/ 09/ 2010

Trabajo en ese odiado trabajo, con mi antigua jefa. Hay unas mesas muy bien puestas, aunque el sitio es pequeño. La ciudad es desconocida, pero de grandes avenidas (¿Gran Vía?) y con un rio y varias calles residenciales que ascienden a su vera.
De repente, un mogollón de gente que entra por la puerta ... y yo, voluntariamente y con alevosía, salgo fuera. Me voy de paseo. Y recorro el rio y compro tabaco en un quiosco, para volver luego a oir el sermón de mi jefa.

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