10 agosto 2010

10/ 08/ 2010

Suciedad de miles de viejas bicicletas tiradas por todos lados.
Camino a una vieja casona de pueblo, de gruesas paredes.

Entro. Hay dos docenas de personas y bicicletas carcomidas por el óxido.
Todo está lleno de bicicletas.
Solo reconozco a un pariente cercano allí dentro. Parece que se divierte.
Una chica se me insinua y me enseña el pecho.
Y salgo de allí, sin aire y a toda prisa, como levitando sobre las millones de barras putrefactas.

No hay comentarios: