He alquilado mi alma a cambio de un plato de lentejas
y de un garabato en un papel
y tengo la sensación de que el interior de mi cuerpo
es escurrido
sobre un grasiento fregadero.
ésta es la única dualidad cuerpo-mente que puedo intuir
pobre ignorante
a pesar de todo, esta tarde ingreso en el módulo de aislamiento de la cárcel de Martutene
condenado por todas las agresiones y asesinatos que he cometido en mi fuero interno;
no me arrepiento de nada, he hecho del mundo un lugar mejor
he liquidado, sin pestañear, disparando y acuchillando
a todos los miembros de la RAE, desde la a minúscula hasta la T mayúscula
a todos los virólogos
a todos los miembros de ordenes religiosas y/o sectas, empezando por los carmelitas de la santa faz
a todos los tertulianos, diputados y senadores
a todos los influencers y sus burkas perfumados
a todos los psiquiatras (a éstos no les he disparado, los he envenenado con su propio veneno y han muerto entre estertores, ahogados en su propio vómito)
a Shakira (con ella me he ensañado, pobrecilla, le he extirpado las cuerdas vocales y he fabricado con ellas una guitarra, pero he tenido que rematarla porque seguía viva y la voz, como siempre, le salía por la nariz)
y, en fin,
a todos los cerebros menguados y adoradores de espejos que forman el 88,93% de la sociedad actual.
Uno de los últimos jueces vivos me ha sentenciado a prisión permanente revisable, pero en Martutene ya no quedan carceleros (todos ellos de cráneos vacíos; suscritos a revistas de armas importadas de USA)
al oír la sentencia me ha dado la risa
y he procedido a levantar el altar donde también yo he de inmolarme
con una paz de espíritu y una tranquilidad de conciencia nunca vistas en hombre nacido de mujer.
Escribo esto a modo de testamento
porque pronto ya no quedará nadie que pueda contar esta historia;
mi corazón, mis conexiones neuronales y mi sangre azucarada y con restos de cocaína
lentamente
desaparecerán por ese sucio fregadero
como si nunca hubiesen existido.
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